El pirómano político
19 Oct. 2021
La piromanía es una patología caracterizada por la reiterada ejecución de incendios intencionales. La palabra proviene del griego pyrós, "fuego" y manía "locura". Se considera un trastorno del control de impulsos relacionado con la atracción por el fuego. Al sujeto que padece piromanía se le denomina piromaniaco o pirómano.
López Obrador posee una marcada fascinación por el fuego político, disfruta jugar con él sin medir las consecuencias, o tal vez, después de medirlas, todavía insiste en retozar con las llamas con el propósito de ocasionar un daño profundo de difícil o de imposible reparación. El Jefe de la Nación se solaza cada mañana, encendedor en mano, con el objetivo de incendiar un determinado sector de la sociedad.
En su estrategia piromaniaca no se percata que el viento, invariablemente veleidoso, puede dar un giro imprevisible e incinerar al autor mismo de la conflagración con todo cuanto le rodea, en el entendido que lo rodean 130 millones de mexicanos que, en su mayoría, no saben ni entienden, pero tal vez aceptarían y hasta compartirían por resentimiento, la divertida actividad incendiaria que tanto disfruta el presidente de la República. En todo caso aducirían que AMLO está impartiendo justicia sin suponer ni advertir que su divertimento podría convertir en cenizas al país.
A los pobres, los abanderados más visibles de su campaña electoral que en buena parte lo condujeron a Palacio Nacional, les avienta un cerillo al calificarlos de "animalitos incapaces de alimentarse por sí mismos". Para él esas personas humildes, postradas en la pavorosa marginación, no pasan de ser mascotas incapacitadas de valerse por sí mismas. A los empresarios, a los creadores de empleos productivos, a quienes pagan impuestos para financiar el gasto público, les arroja una tea encendida denostándolos como fifís o pirrurris, cuando deberían ser sus aliados en la construcción del México moderno. Es decir, no solo se enfrenta a los pobres sin importarle el creciente número de excluidos del progreso, sino sueña con el feliz momento de ver devorados a los pirrurris por el fuego al ser adictos al dinero, el excremento del diablo.
Como si lo anterior no fuera suficiente, arroja un fósforo a la clase media al criticarla como aspiracionista, despreciando la ambición de propios y extraños de alcanzar mayores niveles de bienestar material y legítima superación cultural. A todo aquel que aspire a la evolución, al bienestar y al progreso también debería ser conducido, maniatado, a la pira, cuando AMLO es el primer aspiracionista de la República si no se pierde de vista su paupérrimo y no menos lamentable origen en Tepetitán, Tabasco, y su feliz acceso al palacio más imponente de México.
¿Hasta ahí llega la propagación del fuego? ¡Qué va! A la oposición política mexicana se dirige sin el menor respeto (en este aspecto tal vez le asista la razón, es patética), la denigra a diario, la provoca y la insulta, al igual que lanza una antorcha ígnea a la comunidad científica, a la academia y a los graduados con infinitos esfuerzos en universidades extranjeras, en donde, según él, "solo aprendieron a robar".
¿Quién queda vivo en este entorno piromaniaco? ¿Los periodistas críticos? ¡No! Ellos, mientras sus restos mortales también se convierten en cenizas, son etiquetados como traidores a la patria, corruptos enajenados a intereses inconfesables, mercenarios al servicio de terceros, entre otros calificativos similares. A su propio movimiento -¿cuál partido?- también lo incendia al enfrentar prematuramente a los candidatos del 2024... Morena arde y arderá...
¿Quiénes se salvan de la hoguera? Los narcos, los envenenadores de la sociedad, los que cobran derecho de piso y esquilman a los empresarios o se roban urnas, boletas y actas electorales o se asesinan entre sí. Para ellos, los criminales, sin importar que controlan medio país, nada de fuego: se les dispensa con abrazos y no balazos sin encarcelarlos ni extraditarlos.
AMLO juega con fuego también con Estados Unidos, atenta contra la paciencia doméstica y foránea. Un incendio indeseable y provocado puede arrasar con nuestro futuro inmediato. ¡Cuidado!
@fmartinmoreno