¿Votos o Botas?
16 May. 2023
Los comicios del 2024, los más importantes en la historia de México, a nivel federal, estatal y municipal en los poderes Ejecutivo y Legislativo, significan la dorada oportunidad de cancelar el catastrófico populismo y de extinguir el resurgimiento del militarismo. Insisto: en el 24 deberemos erradicar a dos de los principales enemigos de nuestro país: el populismo y el militarismo.
El actual secretario de la Defensa Nacional le profesa más lealtad a López Obrador que a la Patria, ya no digamos a la Constitución. El Ejército era, hasta antes de la llegada de la 4T, una institución digna de respeto, ajena a la corrupción, un motivo de orgullo de nuestra sociedad. Todo parece indicar que la mefítica putrefacción del actual gobierno también alcanza a nuestras Fuerzas Armadas, sí, pero la alta jerarquía militar, hoy retirada, siente gravemente dañada su imagen construida a lo largo de los años con arreglo a la admiración, a la eficacia y a la honradez. El Ejército no debe ser un recurso para hacer política ni para gobernar al ser una bomba de tiempo. Hace ya 83 años llegó al poder presidencial el último militar y, desde entonces, los mexicanos entendimos la importancia de que los soldados, de cualquier escalafón, permanezcan en los cuarteles o cumpliendo las tareas consignadas específicamente en nuestra Carta Magna.
En las Fuerzas Armadas no existe, ni podría existir, un principio de democracia. Se conducen a la voz de: ¡es una orden! El militarismo no admite debates legislativos ni desobediencia, la disciplina castrense no es aplicable en la convivencia social. La intolerancia política de AMLO se evidencia desde que éste insiste en subrayar la lealtad y el sometimiento incondicional de nuestras Fuerzas Armadas, tal y como desearía que el Congreso y la Corte también le guardaran lealtad y subordinación a sus instrucciones dictatoriales.
Un gobierno militarizado no le rinde cuentas a nadie y quien lo intente, como en Cuba, acabará recluido en un penal o como balsero en las aguas caribeñas. Aquí, en nuestro país, la opacidad se extiende como una metástasis maligna, ya no sólo porque se ha intentado destruir a cualquier costo al INAI, sino porque el destino del ahorro público se encuentra con el título de "reservado", inescrutable, hasta nuevo aviso, como ocurre en las obras faraónicas de AMLO.
Hoy en día el nuevo Ejército mexicano, el de la 4T, ha asesinado impunemente a compatriotas en Tamaulipas, lleva a cabo labores de espionaje político, ignora derechos humanos, lleva a cabo tareas ajenas a la seguridad nacional y a la defensa de nuestra soberanía, existe una élite empresarial militar, no atrapan a narcotraficantes ni los combaten ni confiscan cargamentos de narcóticos ni acaban con el envío del fentanilo, es más, los ciudadanos humildes, hartos de las extorsiones, expulsan a los soldados de los pueblos a pedradas. La influencia militar en el gobierno es un atentado en contra de nuestra democracia, además de disminuir el poder de las autoridades civiles para alcanzar los máximos niveles de seguridad pública. Nuestras Fuerzas Armadas no pueden estar a disposición del autoritarismo ni para consolidarlo ni mucho menos pueden constituir una amenaza en contra de los ciudadanos si finalmente se desmantela el INE y AMLO y la 4T desean eternizarse en el poder con arreglo a las armas.
El recuerdo del '68 está vivo, como la toma de la UNAM, las detenciones arbitrarias en aquellos años, los cateos ilegales, las desapariciones inexplicables, las represiones y asesinatos como la de Rubén Jaramillo o Vázquez Rojas, las detenciones arbitrarias, la tortura, los incalificables despojos, las actuales masacres, la muerte de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sin que nada creíble se haya explicado a la opinión pública. El Ejército en las calles sólo ha prohijado más violencia. Cada 20 minutos asesinan a un mexicano.
Los mexicanos debemos preguntarnos: ¿cómo erradicar el populismo y el autoritarismo militar ya instalados por AMLO? ¿Respuesta? Si no queremos seguir inhalando las hediondas miasmas que expele en abundancia la 4T, debemos salir a votar masivamente. ¿Votas o Botas...?
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