La Historia nos Explica…
La historia nos explica
cuándo se empezó a torcer el destino de México. Veamos: En el imperio mexica la
educación era obligatoria y gratuita. En cada
“Calpulli”, esa exitosa organización social y agraria, se requería, por
disposición de la ley, de la fundación de escuelas dependiendo del número de
habitantes en dichas demarcaciones. He ahí solo una de las poderosas razones
para demostrar la vigorosa expansión de esa grandiosa civilización precolombina
que, en menos de 200 años, alcanzó sorprendentes niveles de desarrollo en sus
gigantescos dominios mesoamericanos. La educación era una de las máximas
prioridades. Cuando los invasores castellanos del siglo XVI, sustituyeron el
“Calpulli” por la encomienda, un sistema de asignación de tierras y de
indígenas, a favor de los llamados “conquistadores” como recompensa por los
servicios prestados a la corona, en lugar de escuelas construyeron iglesias
para cancelar, a lo largo de 300 años, la evolución racional en el “Nuevo
Mundo.” La siniestra Inquisición y los tribunales del Santo Oficio, dieron al
traste con cualquier posibilidad de progreso intelectual y educativo en la
América española.
Cuando
nos independizamos de la corona española en 1821, casi la totalidad de los
mexicanos no sabían leer ni escribir. El analfabetismo condenó al México
independiente a un temerario atraso que también se produjo en todos los países
hispanoparlantes, fenómeno que no se padeció en los angloparlantes. Después de
300 años de gobierno virreinal, 7 de cada 10 mexicanos se comunicaban a través
del náhuatl, entre otras lenguas originarias. Solo los españoles y los criollos
tuvieron acceso a la educación y a las tareas de gobierno, no así los mestizos
ni los indígenas ni mucho menos los negros que jamás disfrutaron la inmensa
fortuna de pisar un aula.
En el
siglo XIX pasamos por la guerra de independencia, sufrimos invasiones de
España, de Francia, de Estados Unidos, el despojo de la mitad del territorio
nacional, propio de un país inculto, atrasado, supersticioso y pobre. Las
intervenciones extranjeras no concluyeron, como tampoco las guerras intestinas.
Los levantamientos armados derivaron en otro gobierno golpista, el de Porfirio
Díaz. La dictadura de más de 30 años solo pudo concluir con el estallido de la
revolución y con un saldo de 85% de mexicanos sepultados en el analfabetismo y,
por ende, en la pobreza.
Los
gobiernos de Obregón y Calles empezaron a construir 1000 escuelas al año, no
así la sociedad mexicana que se desinteresó de la educación. Basta con estudiar
los casos de donantes particulares en EU que aportaron parte de su patrimonio
para construir universidades como Harvard, Princeton, Chicago y Stanford, entre
otras muchas más. La sociedad mexicana, egoísta y apática culturalmente, se
abstuvo de participar en las tareas de gobierno, mismo que dejó históricamente
en manos de políticos, en su mayoría, carentes de una estructura profesional y
ética. No se logró construir una democracia ni un Estado de derecho. Nadie
podrá quejarse por el amenazador proceso de destrucción que padece nuestro
país.
En 2018, según el INEGI,
casi 52 millones compatriotas vivían en situación de pobreza, la prueba
irrefutable del fracaso político y educativo. Faltaba el arribo de un sujeto siniestro,
resentido, un populista roto por dentro, un cínico, experto en embustes, que
prometiera un bienestar de imposible realización.
Durante 200 años de vida
independiente, los mexicanos contemplamos la expansión de la pobreza y del
analfabetismo, como parte del paisaje nacional, sin imaginar que algún día,
tendríamos que pagar el costo de nuestra patética indiferencia. Alguien
llegaría, tarde o temprano, a lucrar electoralmente con el hambre y con la
frustración de millones de marginados, sin que éstos, en su ignorancia,
supieran que al creer en las mentiras populistas, su postración material se
podría comprometer al extremo de desembocar en la violencia, tal y como ha
acontecido en otras latitudes gobernadas por demagogos.
Si la catastrófica
educación, muy pesar de todos los esfuerzos, ha sido el origen del atraso, ¿qué
ha hecho la sociedad de nuestros días cuando asiste indiferente a la
destrucción del sistema educativo del que depende el futuro de México? La
historia explica y se repite con severas consecuencias…