PEMEX es la única empresa petrolera en el mundo que se encuentra quebrada a pesar de representar un monopolio energético. Los millones de mexicanos sepultados al día de hoy en la miseria no se han visto beneficiados por la explotación estatal del oro negro. La principal empresa de México ha sido una magnífica cantera de bandidos, sálvese quien pueda, que se ha enriquecido con el patrimonio de los mexicanos. PEMEX operado por priístas, panistas o perredistas, invariablemente será el mejor ejemplo mundial de putrefacción e ineficiencia administrativa y, sin embargo, a pesar de todo lo anterior, y de poder constatar la experiencia petrolera internacional, los mexicanos continuamos esperando a que la clase política acabe de destruir este país. ¿Cómo es posible que una empresa petrolera que disfrutó durante casi 80 años el monopolio de la extracción y distribución de crudo y de refinados dentro de un rígido contexto monopólico, se encuentre quebrada de punta a punta? ¿Acaso Pemex no dominaba el mercado del gas, de las gasolinas y el de la petroquímica? ¡Pemex! ¿Quien podía explorar y extraer el petróleo y el gas? ¡Pemex! ¿Quien podía vender crudo al extranjero? ¡Pemex! ¿Quien podía distribuir gasolinas? ¡Pemex! ¿Quien controlaba la industria petroquímica? ¡Pemex! ¿Qué pasó con Pemex? Pemex está quebrado con una deuda impagable de 105 mil millones de dóalres que ni siquiera podrán amortizar nuestros bisnietos, si no olvidamos los pasivos laborales. El desastre comenzó cuando Lázaro Cárdenas, el perverso ?Tata Lázaro?, uno de los grandes destructores de la economía mexicana del siglo XX (recordemos también la quiebra del campo mexicano y de los ferrocarriles), el mismo que también trató de gobernar con recetas sacadas del bote de la basura de la historia de las teorías económicas. ¿Qué sería al día de hoy si las empresas petroleras hubieran seguido operando en el país en los últimos 80 años? ¿Cuántos impuestos habrían pagado como lo hicieron durante el gobierno de Obregón? ¿Cuántas divisas habrían generado? ¿Cuántas fuentes de riqueza y de empleos habrían creado? ¿A dónde habría llegado la industria petroquímica mexicana? ¿No habría sido mucho más conveniente crear competencia entre dichas compañías que padecer los horrores de un monopolio ineficiente que condujo a la importación del 80% de las gasolinas y del gas en un país que nadaba en petróleo? ¿Dónde habría más soberanía, en un país con una sola empresa monopólica en la que el sindicato podría ponerla de rodillas al suspender el abasto de gasolina con todas sus consecuencias, o contar con 20 empresas petroleras, en donde si una se lanza a la huelga no sucedería nada? Pemex perdió más de medio billón de pesos de enero a marzo de 2020, una pérdida superior a la de todo 2019, que fueron 18 mil millones de dólares, el doble del año anterior, 2018. El desplome internacional de los precios del crudo y el impacto de la pandemia indican una caída de las ventas nacionales en un 61% en el segundo trimestre y un 71% en las ventas por la exportación de crudo. De los 17 campos prioritarios, Pemex planeó perforar 62 pozos, 33 marinos y 29 terrestres, sí, pero sólo se perforaron 5, una catástrofe porque no extrajeron los 184 mil barrilles diarios en los campos prioritarios, sino 22 mil, y en lugar de invertir 47 mil 313 millones de pesos, dicha cifra se redujo a 5 mil 138. Los inversionistas de PEMEX están alarmados porque, además de lo anterior, la empresa ha suspendido pagos a proveedores y contratistas y ya no recibe a revisión nuevas factiras por trabajos ya realizados. A pesar de las inyecciones de dinero transferidas a Pemex, no podrá elevar en este sexenio la producción de crudo a 3.4 millones de barriles diarios, menos aún si un floricultor dirige irresponsablemente la empresa sometiéndose a las órdenes de AMLO y se recorta el número de plataformas privadas por el costo del arrendamiento y no se aprovecha el fraking para alcanzar metas inimaginables. Si las casas calificadoras degradan la calidad crediticia de PEMEX como ya ha venido ocurriendo, van a arrastrar al gobierno federal a una debacle financiera sin precedentes en nuestra historia económica.