08 JUL. 2020
"Todo parecía indicar el ensayo de una escena cómica. Antonio M. Lugo Olea, AMLO, Primer Mandatario de México, y Mariano Everhard, se encontraban reunidos en Palacio Nacional, precisamente en el despacho presidencial. Ambos permanecían mudos, impertérritos, inmóviles, con la mirada clavada en el aparato telefónico, un monstruo color rojo dispuesto a eructar en cualquier momento. Era posible escuchar el batir de las alas de un díptero".
Las líneas anteriores forman parte de mi nueva novela corta, Cuando México perdió a esperanza que, por cierto, sólo se editó en formato electrónico. En esta escena, AMLO y su secretario de Relaciones Exteriores esperan la llamada de la Casa Blanca para confirmar la invitación de Trump. El presidente de México está sumamente nervioso pues no entiende el inglés y, por si fuera poco, teme la ira incontrolable de su homólogo. La escena continúa:
"En ese momento, a las cinco y cuarto de la tarde, más de una hora interminable después de lo acordado, de repente repiqueteó el teléfono colocado sobre la cubierta de una mesa pequeña, perfectamente barnizada. El aparato juguetón parecía anunciar una buena noticia en su elocuente jolgorio. Lugo Olea saltó de improviso como si hubiera escuchado el sonoro estallido de un látigo circense".
Si casi siempre he abordado temas históricos, en este libro, publicado hace tres semanas, hago una apuesta hacia el futuro. El tema esencial es la visita de AMLO, nuestro protagonista, a los Estados Unidos y los problemas que podrían derivarse de dicho viaje. La comunidad chicana castigará a Trump en las urnas por haber sido insultada soezmente y considerará traidor a AMLO si sale sonriente en una fotografía con quien ha ofendido a los mexicanos.
Durante una parte de la conversación telefónica entre el canciller y Trump, de acuerdo a los permisos que la ficción otorga, me autoriza a imaginar las siguientes preguntas formuladas por Trump: ¿Es cierto que a tu presidente le dicen el "Cacas" y que el día de su toma de posesión se arrodilló "ante la nación en espera del regreso de Quetzalcóatl o de su abuela, mientras unos indígenas lo purificaban con humo al estilo de los aztecas. ¿De verdad...? ¿A qué olía la mierda esa?", cuestionó el presidente de los Estados Unidos, sin poder contener las carcajadas.
AMLO prometió no salir al extranjero, pero no podrá negarse a una "amable" invitación, en realidad una presión inadmisible de Trump, para abordar temas de la agenda bilateral como la liberación de "El Chapito", la ridícula estrategia de "abrazos y no balazos" que ha impulsado la exportación de estupefacientes a la Unión Americana, la fuga de capitales de México, las agresiones en contra de la inversión extranjera, la ausencia de un Estado de Derecho, la preocupante expansión de los carteles mexicanos imposible de contenerlos con el muro, la migración ilegal hacia EU, la temeraria contracción de la economía mexicana por la adopción de políticas erráticas que han disminuido la exportación de manufacturas yanquis a México, y sobre todo, la orientación comunista de su gobierno apoyada en la destrucción de las estructuras democráticas de México.
En Cuando México perdió a esperanza... en la 4T, vuelve a aparecer Martinillo, ese periodista, feroz crítico, quien no solo denuncia los errores cometidos por el gobierno de AMLO, sino que revela los odios de Biden contra México, para él un país podrido por la corrupción, un vecino malicioso que invitó a Trump a Los Pinos, para detonar su popularidad en contra de Hillary Clinton y ahora viaja AMLO a Washington sin visitar al candidato demócrata, otra nueva agresión en contra de las normas diplomáticas de neutralidad electoral. ¿Cómo imaginar el futuro de las relaciones entre AMLO y Biden?
En otra escena, tal vez la más pícara y atrevida, encontramos al presidente de México en el infierno. Claro, es un sueño, pero finalmente la pesadilla refleja sus miedos, por ejemplo, cuando se dirige en la segunda persona del singular a Mefistófeles, para acto seguido incinerarse entre terribles gritos de horror hasta quedar convertido en cenizas, y, a continuación, una vez adquirida de nueva cuenta su forma humana volverá a incendiarse una y otra vez frente a su gabinete y así hasta la eternidad. En otro sueño asfixiante, AMLO, el protagonista central de mi novela, se despierta sofocado al imaginar que al morir será arrojado a una fosa común sin un monumento para honrar su memoria como el hemiciclo dedicado a Juárez en la Alameda capitalina, y confirma que su sucesor da marcha atrás a cada una de las decisiones retardatarias y empieza a construir el México con bienestar y sin corrupción que todos habíamos soñado...
El desenlace de la novela es abrupto e inesperado con toques de humor negro, auténticos sarcasmos que llamarán a la risa o la llanto al lector.