Hecatombe hidráulica
23 Mar. 2021
José Ramón Cossío: ¡no estás solo!
Ni el más fantasioso de los poetas infernales podría imaginar las dimensiones de una tragedia ecológica de llegar a presentarse una sequía en la Ciudad de México, una temeraria concentración humana de 20 millones de personas incluidas las áreas conurbadas. Por supuesto que la inmensa mayoría de la población contempla la posibilidad de un nuevo apocalipsis hidráulico como un acontecimiento remoto de improbable materialización.
¿Por qué se adoraba a Tláloc con tanta devoción? ¿Por qué la extinción de algunas civilizaciones precolombinas? ¿Por qué la aparición de diversas deidades, dioses, vírgenes, oraciones y rituales macabros para provocar la lluvia? Si los mexicanos entubamos nuestros ríos o los usamos como caños o los condenamos a muerte cuando la industria descarga venenos en el subsuelo sin tratamiento alguno; si contaminamos lagunas y mares con plaguicidas y fertilizantes utilizados en los campos y, además, deforestamos bosques y selvas, no rotamos los cultivos y desertificamos gran parte del territorio nacional alterando sensiblemente las temporadas de lluvias y los volúmenes de precipitación; si no recargamos los mantos acuíferos por la indigerible irresponsabilidad de la autoridad, a lo que se suma la insuficiencia de lluvias y el crecimiento alarmante de las manchas urbanas que demandan cada vez más agua y se impide la filtración y regeneración de los mantos freáticos, entonces no nos sorprendamos que tanto el sector urbano como el sector rural se vayan gradualmente quedando sin el líquido elemento, dado que no sólo estamos matando nuestros ríos, sino que también, o más grave aún, secamos las fuentes donde nace la riqueza hidráulica de México. ¿Qué futuro verdaderamente inmediato nos espera?
De buen tiempo atrás el Centro de Estudios de la Atmósfera de la UNAM ha venido dando la voz de alarma en relación a la creciente resequedad ambiental. Hoy en día, 83 presas se encuentran al 50% de su capacidad, por lo que están dejando de tener una crítica utilidad agrícola. ¿Más? ¡Sí, claro!: 44 de las presas más importantes se encuentran, horror de horrores, entre 50 y un 20% de su capacidad, en tanto 19 están a menos del 20% de sus niveles históricos. Estamos iniciando la época de estiaje y al aumentar el calor amenazamos la producción agrícola, la cual ya venía padeciendo penurias desde que la 4T suprimió apoyos y programas utilizados para garantizar la alimentación de la nación. El bajo caudal de las presas, en el contexto de un estiaje crítico, no solo nos obligará a utilizar nuestras divisas en la importación de alimentos, sino que provocará un preocupante desabasto de agua en la Ciudad de México en los próximos meses.
El sistema Cutzamala que abastece de agua a la capital de la República aunque las autoridades informan que está al 50% de su capacidad, otras estimaciones indican que estaría al 30% y, sin embargo, no existe una estrategia publicitaria para promover el ahorro de agua, tampoco un proyecto de rehabilitación de la infraestructura, como el acuaférico inconcluso desde hace unos años, ni se cuenta con un proyecto para transferir agua o importarla de otras cuencas a la Ciudad de México como bien podría ser de Tecolutla, Amacuzac o el Valle del Mezquital, sin olvidar la posibilidad de explotar el acuífero ultraprofundo del Valle de México.
Si por un lado el 40% del agua se desperdicia en la ciudad por fracturas de la red, no se prevén estrategias de ahorro ni de importación alterna del líquido elemento para que la capital no muera de sed, y para colmo, la jefa de Gobierno cancela los contratos con la iniciativa privada, un aliado eficiente que bien podría llevar a cabo las obras de infraestructura y, por el otro, AMLO se suma al calentamiento global y a la toxicidad ambiental al renunciar a las energías limpias y baratas y utilizar combustóleo con todas sus consecuencias, suprime apoyos y programas rurales, entonces la hecatombe hidráulica y la alimentaria se harán presentes antes de la próxima temporada de lluvias. Cada gota cuenta: ¿por qué entonces tampoco tomamos en serio la posibilidad, nada remota, de una hecatombe hidráulica?
@fmartinmoreno