Hemos Salido de Peores
Sí, la verdad sea dicha, hemos salido de peores, de hecho, de mucho
peores. Al respecto, valdría la pena recordar los terribles acontecimientos que
padecimos los mexicanos tan solo en 15 años, que van de 1913 a 1928, al
principio del trágico siglo XX.
Imposible no comenzar con este siniestro recuento histórico, cuando,
Victoriano Huerta, mandó asesinar a Madero, junto con el vicepresidente, Pino
Suárez, el 22 de febrero de 1913, entre otros crímenes más, como el ejecutado
en contra de Belisario Domínguez, otro de los legisladores inmolados por el Chacal
y sus cómplices. El pavoroso magnicidio sacudió los cimientos de México, y detonó
con virulencia justificada la segunda parte de la revolución mexicana,
encabezada por Venustiano Carranza. Se estaba impidiendo, de nueva cuenta, la
evolución democrática de México. El primer episodio de nuestro movimiento
armado inició con el derrocamiento de Porfirio Díaz, después de más de 30 años
de sufrir una dictadura de pavorosas consecuencias.
El estallido de la violencia produjo una tremenda devastación económica,
social, industrial, educativa, agrícola y demográfica, porque en 1920, el censo
nacional registró un faltante de un millón de habitantes en relación al de
1910. ¿Razones? La influenza española mató a más de medio millón de personas,
murieron, tal vez 200 mil mexicanos como consecuencia de la guerra civil y el
resto habría huido a Estados Unidos en busca de la paz. Sin embargo, todavía
fue posible, después de inenarrables esfuerzos, promulgar la Constitución de
1917 para llenar de esperanza a la nación con la posibilidad de instaurar un
efectivo estado de derecho…
Además del ruin asesinato y del fusilamiento de Emiliano Zapata y de
Felipe Ángeles, ambos en 1919, apenas habían transcurrido 7 años desde el
magnicidio de Madero, cuando en mayo de 1920 otro primer mandatario mexicano
fue ultimado a balazos en Tlaxcalantongo. Se trataba nada menos que del propio
presidente de la República, Venustiano Carranza. Por lo visto, nunca podríamos
recuperar el equilibrio político y sería sumamente complejo iniciar el proceso
de reconstrucción de las instituciones republicanas.
Como si nada de lo anterior fuera suficiente, todavía en 1923, Pancho
Villa fue acribillado a balazos en Parral, Chihuahua. A continuación, Obregón
provocó una sangrienta purga en las altas filas del ejército para poder
imponer, con el uso de la fuerza, la candidatura de Plutarco Elías Calles, su
querido paisano. Solo que la ferocidad mexicana parecía no tener final, pues en
1926 estalló la rebelión cristera que ocasionó la muerte de 70 mil compatriotas
aproximadamente, ya que, el clero católico se negada a acatar lo dispuesto por
la Carta Magna de 1917, de la misma manera en que casi 70 años antes, los
ensotanados habían convocado a la Guerra de Reforma al estar en contra, en
aquella terrible ocasión, de la Constitución de 1857.
Las diferencias para acaparar el poder a cualquier costo volvieron a
hacer acto de presencia con el brutal asesinato, ahora de Álvaro Obregón, en
julio de 1928. El recién presidente reelecto había traicionado uno de los
principales postulados de la revolución mexicana: “Sufragio Efectivo. No
Reelección”, que, por cierto, el gran “transformador involutivo”, decidió
excluir de todos los oficios públicos que contenían esa histórica y valiosa
sentencia para volver instalar una nueva y oprobiosa dictadura.
Resumen: en 15 años, de 1913 a 1928, asesinaron a 3 presidentes
mexicanos, estallaron dos devastadoras guerras entre hermanos, la revolución y
la Rebelión Cristera, y fueron masacrados a balazos una patética cantidad de
líderes políticos, cuya muerte torció y volvió a torcer nuestro destino.
Hemos salido de peores, sí, lo hemos logrado después ingentes esfuerzos,
de un enorme derramamiento de sangre, de destrucción de nuestro proceso
evolutivo, pero resurgimos gracias a que, con el paso del tiempo, llegaron al
poder personajes que supieron dar un eficiente golpe de timón para llevar a
México a la tierra prometida. El gobierno actual, encabezado por la señora
Sheinbaum, no parece tener la voluntad política de hacer girar el buque
insignia hacia un destino promisorio, es más todo indica, que otro sujeto
invisible, de cuyo nombre no quiero acordarme, es quien tiene el timón en sus
manos para la inmensa tragedia de toda la nación. Así nunca saldremos adelante…