Los Negocios inimaginables
Me adelanto a imaginar las expresiones de
escepticismo de mis dos lectores, cuando me hagan el inmenso favor de leer la
presente columna. Sin embargo, en un dejo de audacia, me atrevo a someter estas
líneas a su muy superior consideración.
Veamos: a poco más de dos meses de la llegada
de Trump al poder el 20 de enero del año en curso, el índice S&P 500, de precios de
las acciones colocadas en Wall Street ya registra un escandaloso desplome hasta
del 10%, algo así como unas pérdidas de más de 5 billones de dólares. El índice
del Dow Jones llegó a también sufrir una caída de 890 puntos (2,08%) en una
sola jornada.
El comportamiento volátil de los
índices se debe, sin duda alguna, a las políticas arancelarias, aparentemente
suicidas, establecidas por Trump, salvo que éstas respondan a un interés
personal inconfesable, del jefe de la Casa Blanca. ¡Por supuesto que a Trump le
preocupa una recesión económica y le alarma un disparo en los índices
inflacionarios, pero, a pesar de dichos peligros incontestables, él seguirá
momentáneamente adelante en su estrategia financiera… ¿Razones?
Aquí va el novelista: ¿Qué tal que
Trump, el magnate, ávido de aprovechar la menor oportunidad para hacerse de
billones de dólares, decidiera esperar a una caída hasta del 15% de los índices
bursátiles para comprar cientos de miles de acciones y a continuación, sottovoce,
en voz muy baja, le pidiera a los líderes del Partido Republicano en el
congreso, que rechazara la posibilidad de instrumentar su política arancelaria
ejecutada por medio de órdenes ejecutivas, ya que lo anterior serían facultades
exclusivas de dicha institución? Entonces, un Trump, “amante de la legalidad”,
se sometería disciplinadamente a la decisión de los legisladores federales, sí,
pero antes ya habría comprado muy baratos los títulos de crédito, mismos que al
desaparecer la amenaza arancelaria, recuperarían su valor en el corto plazo y
con ello se dispararía la fortuna del presidente.
Sucedería lo mismo, como cuando
Rothschild mandó palomas mensajeras con los soldados del ejército francés,
comandado por Napoléon, que iba a combatir, en Waterloo, a las fuerzas aliadas
británicas y prusianas. Las palomas regresaron a sus jaulas en París anunciando
la derrota de Bonaparte, información privilegiada que utilizó Rothschild para
vender de inmediato todas sus acciones a precios normales del mercado. Dos días
después, al conocerse el desastre napoleónico, el pánico invadió a los
inversionistas franceses, quienes, desesperados, pusieron sus títulos a la
venta a precios ridículos, oportunidad dorada que aprovechó el genial
Rothschild para comprarlas, ya que estaba sobradamente líquido. Su fortuna se
disparó a niveles insospechables en cuestión de una semana.
Pero hay más: Eileen Workman, autora y
ensayista ex colaboradora de Trump, explica sus estrategias supuestamente políticas: “Si quieres entender su problema con Panamá, no mires al canal, mira a
Trump Enterprises y su complicada relación financiera y criminal con Panamá, y
observa a los oligarcas rusos que compraron condominios en su Torre de Panamá”.
“Si quieres entender su fijación con Gaza, mira el triste valor inmobiliario
que ahora se percibe en Gaza y que le gustaría aprovechar”. “Muchos
de los políticos republicanos de hoy están ocupados enmascarando sus propios
abusos en contra del público; sin embargo, a medida que ven cómo su poder
continúa erosionándose, sus reputaciones se aplastan y son señalados como
culpables, es que algo grande va a suceder…” ¿Suena familiar…?
Trump desea
comprar Groenlandia, la isla más grande del mundo, rica en minerales raros, en petróleo y
gas, metales de tierras raras, demandados para los automóviles eléctricos y las
turbinas eólicas de la transición ecológica, así como para la fabricación de
equipos militares. El transporte marítimo en el Ártico aumentó 37% en la década
hasta 2024, según el Consejo Ártico, en parte por el deshielo.
A Trump le tiene sin cuidado la guerra o la paz en
Ucrania, lo único que percibe su eficaz olfato empresarial, son las reservas de
grafito, uranio, metales de transición (especialmente hierro y titanio), así
como metales no ferrosos, oro, litio, tierras raras y otros minerales. Gracias a estos negocios
inimaginables, resulta difícil predecir el tamaño de la fortuna con la que
Trump concluirá su mandato a costo de la economía mundial…