La Pasividad Mexicana

La Pasividad Mexicana

La Pasividad Mexicana

 

 

Cortés no se apoderó de Tenochtitlán a cañonazos el 8 de noviembre de 1519, todo lo contrario: el capitán general fue invitado por Moctezuma Xocoyotzin a alojarse en el ostentoso palacio de Axayácatl, su difunto padre, en Tenochtitlan, rodeado de lujos, comida, medicamentos y mujeres durante 235 días verdaderamente encantadores. Los mexicas, en su desesperante pasividad, estaban obligados a alimentar y a curar a tlaxcaltecas y huejotzingas, los aliados de Cortés, entre otros grupos de indígenas más, que permanecían en las afueras de la capital del imperio sin que el gran tlatoani ordenara sacrificarlos y desollarlos en el Templo Mayor, instrucción que jamás llegó.

 

Cuitláhuac, el héroe ignorado, logró finalmente vencer y expulsar temporalmente a los conquistadores y a sus partidarios, supuestamente invencibles, en la noche de la alegría, mal llamada “Noche Triste”.

 

¿Más pasividad durante 300 años del virreinato? La guerra de independencia no estalla como consecuencia del hartazgo de los habitantes de la Nueva España en contra del dominio peninsular hispano, no, el movimiento detona en razón de la invasión napoleónica en España. El propio Hidalgo gritó en Dolores: ¡Viva Fernando VII! ¡Claro que hubo brotes indígenas de rebeldía a lo largo del virreinato, pero los invasores y sus aliados, se impusieron para siempre!

 

Imposible olvidar cómo Antonio López de Santa Anna fue apresado después de la batalla de San Jacinto en 1836 en su carácter de general presidente de la República y conducido a Washington, después de haber firmado vergonzosamente los Tratados de Velasco, por medio de los cuales le concedió la independencia a Tejas, hoy Texas. La prueba adicional de pasividad se dio cuando después de dicha ignominiosa derrota a manos de Sam Houston, el Quince Uñas, créase o no, volvió a ser nombrado jefe de la nación. ¿Más…? ¡Sí! Después de haber perdido la guerra en 1847, en contra de Estados Unidos, que nos costó más de la mitad del territorio nacional, el llamado Napoleón del Oeste, en su calidad de Alteza Serenísima, créase o no, volvió ser presidente por última ocasión, cargo que ya había ocupado en 7 ocasiones, según se quieran apreciar los hechos. ¡Claro que hubo resistencia armada en Veracruz, en Monterrey y en la ciudad de México, entre otras capitales más, pero la terrible mutilación de nuestro país despertó solo en parte la furia ciudadana, pues hubieron Estados de la República que se negaron a apoyar al gobierno federal alegando que la invasión no era de su incumbencia. ¿Más pasividad…?

 

Durante la intervención francesa, después de la honrosa batalla del 5 de mayo de 1862 en que “Las Armas Nacionales se cubrieron de Gloria” gracias al general Ignacio Zaragoza, las protestas y levantamientos armados populares fueron insignificantes durante la imposición posterior del segundo imperio. La intervención extranjera concluyó no por levantamientos populares, sino porque Napoleón III tuvo que repatriar sus tropas de México ante el inminente estallido de la guerra en contra de Alemania.

 

¿Más pruebas de pasividad? La instalación de la dictadura porfirista de más de 30 años que se originó en razón de un golpe de Estado en contra del gobierno liberal de Lerdo de Tejada. Cuando los mexicanos creíamos haber pagado con sangre y destrucción el derecho a disfrutar la democracia en el siglo XX, se impuso la diarquía Obregón–Calles durante 16 años sin mayores protestas ciudadanas, tal y como ocurrió durante otros 70 años de “Dictadura Perfecta”, durante cual se hacían apuestas para adivinar quién era el “tapado…”

 

La pasividad alcanzó niveles intolerables en pleno siglo XXI, cuando la generación actual, la de la ignominia, no supo defender la herencia política de nuestros ancestros, pues, ante nuestra pasmosa inmovilidad, unos trogloditas destruyeron la separación de poderes, dimos un salto al siglo XIX para volver al país de un solo hombre, después de haber asistido resignados al desmantelamiento del Estado y de los organismos autónomos, haber permitido el criminal endeudamiento público, desperdiciado los costosos ahorros de la nación y destruido el sistema educativo, el de seguridad, el de salud y comprometido el futuro de la nación con el dominio de los narcotraficantes en más de la mitad del territorio nacional…

 

Los mexicas del siglo XVI son parecidos a los mexicanos del siglo XXI…